
La explosión de herramientas de IA generativa (texto, imágenes, código) reabre una pregunta casi en cada conversación que tengo sobre IA: ¿qué hace que una idea sea realmente creativa?
Muchos autores y amigos sostienen que la creatividad es esencialmente humana y que la IA “solo combina cosas”. Pero, si miramos de cerca, el carácter creativo de una idea no depende tanto del proceso que la generó como del impacto que produce en un contexto cultural.
Nuestros cerebros mezclan azar (ruido, activaciones neuronales), heurísticas y experiencia. La IA, por su parte, mezcla estadística, búsqueda y heurística. En ambos casos, lo que decide si algo es creativo no es el mecanismo interno, sino su efecto externo: si cambia la conversación, reencuadra un problema o inaugura un camino nuevo.
Las leyes de propiedad intelectual también premian el resultado, no inspeccionan el proceso. Aunque no lo supieras, si tu idea ya la ha tenido antes otro, se la reconocemos al primero.
Tres niveles (Hassabis) y dónde están los LLM hoy
Demis Hassabis habla de tres niveles de creatividad:
- Interpolación (recombinar lo existente),
- Extrapolación creativa (sorpresas dentro del marco, como el Movimiento 37 de AlphaGo),
- Diseñar nuevas reglas (crear “un Go nuevo”).
Hoy, los LLM destacan en (1) y muestran destellos de (2). Pero el (3) —inventar marcos enteramente nuevos— aún les queda lejos. Aun así, si el criterio final es el impacto, la puerta no está cerrada: podrían contribuir a resultados creativos si se integran en procesos de exploración, evaluación y selección adecuados.
Memes, genes y selección por impacto
Como sugiere Daniel Dennett, las ideas funcionan como memes: sobreviven aquellas que “prenden” en más mentes. La creatividad, vista así, es evolución cultural guiada por selección natural, como los genes. No gana la idea “más pura”, sino la más fecunda: la que influye, se replica y transforma prácticas.
Experimento mental: si mañana pidiéramos a un LLM 10 millones de diseños de juegos, ¿no encontraríamos al menos unos pocos* sorprendentes, bellos y útiles? El cuello de botella ya no es la generación, sino el proceso de selección (criterios, filtros, pruebas, comunidad) que decide qué ideas merecen sobrevivir.
“Todos somos creativos” (Ken Robinson)… pero no iguales en impacto
Ken Robinson popularizó que todos somos creativos, y que la escuela muchas veces reprime la creatividad (Do schools kill creativity?). Soñamos cosas extraordinarias; lo difícil es compartirlas (hay que arriesgar un poco de autoestima y que te digan: vaya chorrada!), desarrollarlas y trasladarlas al mundo. La Big-C (creatividad histórica) no nace de un “Eureka” aislado, sino de evolución, trabajo y validación social.
Qué distingue a la creatividad Big-C
Cuando miramos ideas revolucionarias (lo que los expertos en creatividad llaman creatividad Big-C), las constantes que las caracterizan no están tanto en su origen como en su impacto. Suelen combinar:
- Dominio profundo del campo (matemáticas, física, arte, etc.).
- No aceptar el status quo (llámalo autoestima epistémica: creer en tu criterio frente a la corriente).
- Insistencia y trabajo (evolución de la idea; menos chispa, más iteración, 1% creatividad y 99% trabajo).
- Impacto real (si no cambia nada, la historia no la recuerda).
Yo creo que los LLM ya pueden ayudar en los tres primeros puntos (acelerar dominio, desafiar perspectivas, sostener iteración). Lo abierto es si podrán o cuando pordrán tener impacto comparable al de Newton, Einstein o Picasso.
Qué cambia con la IA (y qué no)
- Cambia el costo de explorar el espacio de ideas: más amplitud, más combinaciones, más prototipos.
- No cambia la necesidad de criterio: elegir, someter a prueba, iterar, convencer a un campo (personas, mercados, pares).
- Cambia quién puede participar: herramientas accesibles democratizan la experimentación.
- No cambia que la creatividad histórica es rara: requiere ecosistema, tiempo y validación social.
La pregunta no es si la IA “puede ser creativa” en términos de proceso, sino cómo combinamos IA + criterio humano + comunidad para producir impacto. Ahí es donde vive la creatividad que importa y la que nos puede ayudar a mejorar.
Fuentes y referencias
- Csikszentmihályi, M. (1996). Creativity: Flow and the Psychology of Discovery and Invention. Harper Collins.
- Kaufman, J. C., & Beghetto, R. A. (2009). “Beyond Big and Little: The Four C Model of Creativity”. Review of General Psychology, 13(1), 1–12.
- Gardner, H. (1993). Creating Minds: An Anatomy of Creativity Seen Through the Lives of Freud, Einstein, Picasso, Stravinsky, Eliot, Graham, and Gandhi. Basic Books.
- Sternberg, R. J., & Lubart, T. I. (1995). Defying the Crowd: Cultivating Creativity in a Culture of Conformity. Free Press.
- Sternberg, R. J. (2003). “A Propulsion Model of Creative Contributions”. Review of General Psychology, 7(1), 83–100.
- Amabile, T. M. (1996). Creativity in Context. Westview Press.
- Boden, M. A. (1991). The Creative Mind: Myths and Mechanisms. Routledge.
- Simonton, D. K. (2014). “The Science of Genius”. Scientific American, 311(1), 42–47.
- Wallas, G. (1926). The Art of Thought. Harcourt, Brace and Company.
- Dennett, D. C. (1990). Memes and the Exploitation of Imagination. Journal of Aesthetics and Art Criticism, 48(2), 127–135.
- Robinson, K. (2006). Do Schools Kill Creativity? [TED Talk].
- Fridman, L. (2023). Podcast with Demis Hassabis (DeepMind). Disponible en: Lex Fridman Podcast